Mi casa es fea, realmente fea. Es una de esas casas que se construyeron por partes debido al bajo presupuesto con que contaba Doña Reme (mi abuela materna) para irla logrando poco a poco. Me da mucha tristeza pensar en todo lo que tuvo que sufrir para vivir en un lugar cómodo y decente. Trabajó años y años en una fábrica de hilos, luego en otra de chicles y así en varios lugares. La vida era difícil en esos tiempos para una madre soltera y aún así, ella logró lo que pocas personas logran, sacar adelante a su hija, quien también se las tuvo que ver negras en muchos aspectos, pero de eso ya les contaré en alguno otro post.
Y pues nada, muchas veces platicando con ella, le decía yo como podríamos mejorar ésta casa haciendo algunas modificaciones sustanciales, pues el terreno es amplio como para tener una muy bonita casa y mejor planeada. Recuerdo que una de las últimas veces que platiqué con ella, todavía insistió en decirme que no fuéramos a tirar la casa que ella había construido con tanto trabajo, cosa que me daba aún mas tristeza que dijera, entonces le dije que no se preocupara, y bromeando le dije que no la tiraría toda. Ella gozaba de buen humor cuando yo le bromeaba con algo y sonreía muy bonito.
La casa consta de tres construcciones relativamente independientes: una es el conjunto de comedor, sala, cocina, recibidor, y una recámara para tres personas. Otra es la recámara principal, donde ahora duermo. Y finalmente otra, que es precisamente la primera que se hizo, es una casita con cocina, baño y un cuarto grande que era recámara y sala comedor. En ésta tercera, el techo es de lámina y ahora la tiene prestada un tío que es carpintero y guarda sus herramientas y madera.
Todo lo anterior se los conté porque desde hace ya un tiempo, he recibido visitas nocturnas que al principio me alteraron mucho, porque se oían ruidos fuertes de correteos sobre las láminas esas, pero no sabía que era lo que por ahi brincoteaba, y cuando me asomaba nunca logré ver una sola sombra. Un buen día, además de los ruidos de sus corridas, escuché los que emitían con sus gargantitas, eran parecidos a los de un ratón, pero melodioso y mucho más fuerte, tomé mi cámara, le ajusté el flash al máximo y salí a la terracita que da a ese techo de lámina. Disparé un par de fotos y me asombró ver éstos animalitos que no conocía... además viven entre esas láminas jajaja.
Luego de ver las fotos en la compu y buscar frenéticamente en la red más imágenes de éstos carnalitos pa saber que eran, me di cuenta de que no sería fácil sin la más remota idea de como se llamaba esa especie, pero me alegró saber que el lugar donde vivo todavía pueda albergar animales salvajes así de bonitos. También me aflige pensar que somos nosotros los humanos y nuestras ambiciosas ciudades los que invaden sus hogares naturales de la manera más grosera posible.
Y pues nada, muchas veces platicando con ella, le decía yo como podríamos mejorar ésta casa haciendo algunas modificaciones sustanciales, pues el terreno es amplio como para tener una muy bonita casa y mejor planeada. Recuerdo que una de las últimas veces que platiqué con ella, todavía insistió en decirme que no fuéramos a tirar la casa que ella había construido con tanto trabajo, cosa que me daba aún mas tristeza que dijera, entonces le dije que no se preocupara, y bromeando le dije que no la tiraría toda. Ella gozaba de buen humor cuando yo le bromeaba con algo y sonreía muy bonito.
La casa consta de tres construcciones relativamente independientes: una es el conjunto de comedor, sala, cocina, recibidor, y una recámara para tres personas. Otra es la recámara principal, donde ahora duermo. Y finalmente otra, que es precisamente la primera que se hizo, es una casita con cocina, baño y un cuarto grande que era recámara y sala comedor. En ésta tercera, el techo es de lámina y ahora la tiene prestada un tío que es carpintero y guarda sus herramientas y madera.
Todo lo anterior se los conté porque desde hace ya un tiempo, he recibido visitas nocturnas que al principio me alteraron mucho, porque se oían ruidos fuertes de correteos sobre las láminas esas, pero no sabía que era lo que por ahi brincoteaba, y cuando me asomaba nunca logré ver una sola sombra. Un buen día, además de los ruidos de sus corridas, escuché los que emitían con sus gargantitas, eran parecidos a los de un ratón, pero melodioso y mucho más fuerte, tomé mi cámara, le ajusté el flash al máximo y salí a la terracita que da a ese techo de lámina. Disparé un par de fotos y me asombró ver éstos animalitos que no conocía... además viven entre esas láminas jajaja.
Luego de ver las fotos en la compu y buscar frenéticamente en la red más imágenes de éstos carnalitos pa saber que eran, me di cuenta de que no sería fácil sin la más remota idea de como se llamaba esa especie, pero me alegró saber que el lugar donde vivo todavía pueda albergar animales salvajes así de bonitos. También me aflige pensar que somos nosotros los humanos y nuestras ambiciosas ciudades los que invaden sus hogares naturales de la manera más grosera posible.
6 comentarios:
DA GRACIAS A DIOS QUE NO FUE UN CHANEKE HAHAHAHAHA
CUIDESDE ESTIMADO JAVIERE Y SEGUIMOS NE LA ONDA
ABURRR.
Niño Bomba, de esos chanekes se cuentan muchas historias allá por rumbos del sureste, son muy divertidas. Gracias por la visita.
Kometosan, me mata la idea de algo que no sé, eres crueeeel jajaja.
si si, cacomixtles.... y cuando te pregunten: qué comiste... dirás cacomixtle, jajajaja
jajaja, estamos en el mismo canal, no sabes cuantas veces lo he dicho así en los últimos días. Beso.
órale pues buena la anécdota my man. y apenas me enteré de los cacomixtles en mi optativa de medicina los sábados. sé que los cacomixtles no tienen clavículas, eso los haces diferentew de otrs primates, y es todo lo que sé.
pero tu anécdota genial.
me daré mis vueltas por aquí. al menos te agrego a mi lista de blogs.
saludos javier.
Hey, gracias por la visita y el comentario, carnal, me alegra verte ahora también por aquí!
Publicar un comentario