viernes, 12 de septiembre de 2008

Era un sombrero para mi

Hoy que viajaba en el metro hacia la Universidad venía completamente distraído, leyendo y escuchando música a buen volumen para que no me distrajeran los ruidosos amplificadores de los que venden discos en los vagones. Por mí está bien que trabajen y vendan sus discos, películas, artículos de belleza, revistas de sopa de letras y miles más, incluso si está prohibido... tienen que comer ¿no? Pero de ahí a que traigan amplificadores que hacen un pinche escándalo espantoso... ¡¡¡Óigame no!!! jajaja, bájenle dos rayitas a su volumen, de cualquier manera lo vamos a escuchar cuando pasen frente a nosotros. El volumen relativo puede ser apenas mayor al del bullicio, pero los decibeles son absolutos y joden el oído ¡¡¡No mameeeeeeeen!!!

Pues nada, luego de la queja, en el metro levanté la vista para saber en que estación me encontraba y vi que era Eugenia. Hace algunos años, antes de que muriese Doña Victorina (mi abuela paterna), me platicaba que un día había ido a hacer no sé que, por la estación de la línea 3 de la que no recordaba el nombre pero la figurita era una cigüeña... -"¿Cigüeña? ¿Cual cigüeña?" pensé-. Y seguimos platicando hasta que me dí cuenta de que la figurita no era un sombrero, como desde niño pensaba yo. Mi abuela, incluso con su limitada vista, le había visto el ojito que yo nunca tomé en cuenta hasta ese día, jajaja.

Saludos.

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