martes, 14 de octubre de 2008

Casera

Llegué a un pueblo en el que trabajaría durante algunos días, y lo mejor que podía hacer era alquilar algún lugar para dormir pero no había muchos disponibles, así que llegué a un lugar, alejado del centro y muy feo, donde había una casa que no se había terminado de construir.

La dueña me dijo que me podía rentar un cuarto que tenía libre en tres pesos la noche... -¿Tres pesos? ¿o trescientos?-, le pregunté, y me confirmó que tres porque no contaba más que con un colchón y no tenía luz.

Sin dudarlo mucho, acepté y entré a verlo. Efectivamente, solo había un colchón ahí tirado en el piso, y a pesar de que había mucho polvo por todos lados, estaba limpio para dormir. Me fijé con la lámpara de la señora que no hubiera muchos insectos por el cuarto y le di las gracias. Cuando salió me percaté de que la puerta no cerraba con seguro... de hecho ni cerradura había... la tendría que atorar con algo para que no se abriera durante la noche. Antes ya había visto que pasaba lo mismo con la reja que daba a la calle. Traté de dormir sin pensar mucho en éstos detalles, y lo logré.

Al día siguiente, compré una lámpara, una escoba, un seguro de pasador para la puerta y algunas otras cosillas que no recuerdo ahora. Entonces cuando le conté a mi casera que el cuarto mejoraría un poco, decidió subirme la renta... ¿¿¿Que??? Las mejoras las hice yo, y aún así la habitación seguía siendo austera, pero en esos lugares es mejor no ponerse muy altanero o llueven machetazos nocturnos, así que a regañadientes acepté el aumento.

A los pocos días llegó un sobrino de la señora, era más o menos de mi edad, y cuando me conoció me trató como si fuera un delincuente, obviamente no pasó mucho para que tuviéramos problemas verbales directos, e incluso mucho más fuertes. Un día llegó con una pistola a amenazarme, yo corrí huyendo de ésto y él me siguió hasta que llegamos a un chedraui con puertas automáticas, justo en la entrada forcejeamos y lo desarmé. Ahora yo lo amenazaba con su pistola y le pedía que se calmara, que yo me iría en seguida del pueblo para no tener más problemas. Caminé alejándome y él detrás de mí. Nuevamente se convirtió en una persecución, hasta que disparé un par de ocasiones al aire y le dije que era su última oportunidad. Le aclaré que no quería tener que matarlo, que todo podría terminar de la mejor manera para todos sin necesidad de violentarnos más, y que esperaba que él y su tía tuvieran una vida próspera. Fue entonces cuando me agradeció y se fue a casa.

Yo me quedé con la pistola y caminé hacia afuera del pueblo. Aún recuerdo perfectamente los colores que generaban las luces del alumbrado público, las caras de mis caseros, la casa de ladrillos, la reja, las ventanas y muchos detalles. Y aunque era un lugar como los que siempre me han gustado, espero no volver nunca más...

4 comentarios:

El propio Tomás dijo...

Órale, ¿no te han "espantado"?

Javiere dijo...

Hola Tomás! Pues una vez, dormitando sentí claramente como algo se sentaba en mi cama a mis espaldas. Muy, pero muy asustado volteé y................. No era naaaaada jajaja, sin embargo, el pulso acelerado me duró buen rato.

the lines on my face dijo...

jajaja, me reí imaginando la situación, sé que no era de risa, pero bueno, fue un sueño jaja saludos

Javiere dijo...

jajaja, yo también reí mucho mientras lo escribía, que bueno que te divirtió, besos.