Pasa de las once treinta de la noche y hay poca gente, el viento me lleva a un lado y me regreso con la inercia. Paso veloz junto a uno de los tubos, al otro lado del siguiente, esquivo un zapato y llego al siguiente vagón, sigo corriendo... ¡¡¡Alto!!! Se detiene el metro y voy de regreso con la gente que curiosa me veía ir y volver. Soy feliz saltando con piruetas el caucho articulado de las uniones del tren, zigzagueando entre los pasamanos y los pies de la gente. No tengo preocupaciones de tiempo o lugar en el que me encuentre, solo siento esa alegría que me provoca el simple vaivén... después de todo, es la única oportunidad de divertirse para una pelusa dejada atrás en un vagón de la línea 2...
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3 comentarios:
A menos que esa pelusa vaya a captar la atención de algún gato... puede resultar pelusa mareada! Je je je... perdón, no pude evitar el mal chiste. Es mi humor que funciona con asociación simple, muy simple: pelusa-gato. Se lo debo al finado Dario, mi gato.
Nota: No es curioso que después de toda una idea leída nos clavemos en una sola palabra o expresión? Dijera uno de mis profesores: Se podría hacer una tesis sobre eso!
jajaja, a mi también me gusta recorrer el metro cuando se puede... pero me encantaría ser una pelusa con ojos y oídos, volando una y otra vez por el metro...
también me gusta quedarme en las uniones de plástico/gusanos y marearme por completo... el metro es divertido... ahora mismo escribiré en mi blog algo sobre eso
Beetho, cuando uno tiene una mascota a la que quiere, es fácil relacionar todo con ellos, me agrada que lo hayas mencionado acá. Me alegra que una idea te haya causado algo, al fin y al cabo pa eso son los blós, que no? jajaja. Saludos y gracias.
Ana, Yeah, pelusa con oídos y ojos, quisiera imaginar así a la pelusa y saber lo que siente, ya que amo la velocidad y me gustaría saber como es eso de pasar corriendo por los vagones. Gracias por la visita, saludos.
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